Francia aprueba una ley que permite «dejar morir», sin legalizar la eutanasia

(ABC, 14 de abril de 2005). La nueva legislación no modifica el Código penal francés, que considera la eutanasia como un homicidio, punible con años de cárcel e incluso cadena perpetua.

Tras un largo proceso parlamentario, el Parlamento francés ha terminado aprobando una ley que no despenaliza la eutanasia, considerada legalmente como un homicidio, pero autoriza a los médicos a «dejar morir» a ciertos pacientes en estado médico terminal, rechazando la «obstinación terapéutica irracional».

Philippe Douste-Blazy, ministro de Sanidad, resume de este modo la idea central que ha guiado los trabajos del legislador: «Algunos deseaban despenalizar y autorizar la eutanasia. Nosotros hemos preferido no apresurarnos y no tomar decisiones fáciles, que pueden ser dramáticas. A nuestro modo de ver, la despenalización hubiera sido algo así como autorizar el derecho a matar. Creo que los franceses no esperaban del gobierno que legalizara el derecho a asesinato». A partir de tales principios, la nueva ley intenta proteger a los médicos y reforzar los derechos de los pacientes, que podrán rechazar la «obstinación terapéutica irracional», cuando el equipo médico que lo trata estima que «no hay esperanza de mejoría» y los tratamientos en curso «sólo son una manera de mantener la vida artificialmente».

Autorizados legalmente a «dejar morir» a algunos pacientes en estado crítico o fase terminal, los médicos podrán administrar tratamientos paliativos «incluso cuando, en algunos casos, tales medicinas puedan abreviar la vida del paciente». La nueva ley entrará en vigor dentro de unos meses, y prevé varios casos posibles. De entrada, si el paciente ha entrado en una fase de inconsciencia prolongada los médicos podrán limitar o detener definitivamente todo tratamiento, «tras haber consultado a familiares próximos y tomar una decisión colegial, con otros colegas». El paciente puede haber dejado escrito una suerte de «testamento médico», con «instrucciones y directivas anticipadas». Si el enfermo todavía es consciente, los legisladores han previsto dos casos posibles, según se trate de fase terminal o de una demanda expresa.

Plazo razonable

Si es el enfermo quien pide que se ponga fin a su vida, cortando el tratamiento o suprimiendo la alimentación artificial, el médico estará obligado a consultar el caso con uno o varios colegas autorizados, y, tras un «plazo razonable», volver a plantear la cuestión al paciente, antes de tomar una decisión definitiva. Si el enfermo se encuentra en fase terminal, su médico deberá consultar con sus familiares, informándolos muy detalladamente de las consecuencias, en caso de cortar o suprimir la alimentación o los tratamientos. La nueva legislación no modifica el Código penal, que considera la eutanasia como un homicidio, punible con años de cárcel e incluso cadena perpétua, en determinados casos. Sobre este punto, Philippe Douste-Blazy, ministro de Justicia, declara: «Dejar morir no es lo mismo que dar la muerte, matar. No creo que se trate de una distinción hipócrita. Hay unas diferencias éticas que los profesionales de la medicina saben apreciar en su justo valor ético. La diferencia moral está en la intención que preside el acto definitivo».