"Sabía que Amelia se moría, pero estaba feliz, que era lo importante"

(Público, 7 de diciembre de 2010). Teresa Hernández, de 67 años, tiene un buen recuerdo de las últimas semanas de vida de su hermana Amelia, que falleció el pasado 27 de septiembre en Madrid de un cáncer de mama incurable. Tanto Teresa como su hermana, que estuvo recibiendo cuidados paliativos cinco meses antes de fallecer, recibieron asistencia psicológica especializada durante el proceso, lo que les permitió afrontar la fase del final de la vida de Amelia, que por lo demás había estado "toda la vida sufriendo", con una perspectiva diferente a la de la mayoría de los enfermos desahuciados.

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