Hechos incontestables
(El Mundo, 27 de mayo de 2005). El informe es rotundo. Una comisión de expertos ha concluido que en 73 de los 109 casos evaluados de sedación terminal llevada a cabo en el Severo Ochoa de Leganés hubo, si se eliminan eufemismos, una clara mala práctica médica.
Independientemente de lo que en su día dictaminen los jueces y de lo que lleguen a decir futuras opiniones e informes, en el estudio ahora difundido hay hechos incontestables para cualquiera con algo de experiencia en atención a pacientes de urgencia y en el uso de fármacos con un potencial sedante elevado.
La primera, y esto es muy importante, es la metodología rigurosa con la que se ha estudiado cada caso. Se observa que los cánones con los que se han evaluado las historias clínicas son los adecuados para garantizar la homogeneidad en la toma de datos. Así, al final ha sido posible establecer conclusiones de acuerdo a los estándares de observación de los hechos biomédicos. Cuando se habla de asociación muy clara entre la sedación y muchos fallecimientos y se critica la frecuente combinación de medicamentos con acciones sinérgicas marcadas es porque hay pocas dudas sobre estos dos aspectos.
También es destacable la afirmación que se lee en el informe de que la sedación fue la causa de muerte en el 74% de los casos analizados. No menos preocupante es leer que la mayor parte de la mala práctica recae en un número reducido de médicos del servicio de urgencia del hospital Severo Ochoa de Leganés.
Por otra parte, los miembros conocidos de esta comisión son profesionales de probada solvencia. Nadie que los conozca puede poner en duda su clara independencia y ninguno de ellos comprometería su prestigio logrado tras muchos años de trabajo bien hecho en aras de unas supuestas simpatías políticas. No vale, por lo tanto, la acusación que se ha hecho sin pruebas de que, como han sido elegidos a dedo, su opinión no debe valorarse porque está muy sesgada.
De nuevo hay que decir que el affaire Leganés es un ejemplo claro de hasta dónde pueden llegar los políticos en sus enfrentamientos. Los de la oposición manipulando datos y, apoyados por medios de comunicación muy poderosos, tratando de que la verdad no prevalezca. Los que gobiernan calibrando de forma inadecuada el alcance de un escándalo de estas características y la alarma social que ha provocado. Al final el que sale perdiendo, como ocurre a menudo, es el paciente. La sociedad tiene que conocer que la medicina puede aliviar muy bien los sufrimientos de cualquier ser humano sin necesidad de arriesgarse a acelerar su muerte de una forma segura. Basta con ajustarse a una buena lex artis: Con eso es suficiente.
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José Luis de la Serna es subdirector de
EL MUNDO. Área de Salud