(Diario Médico, 5 de octubre de 2007)
Frente a las
declaraciones del filósofo Daniel Callahan sobre la limitación de los recursos
tecnológicos a mayores de 80 años, José Manuel Ribera, presidente de la
Comisión Nacional
de Geriatría, ha aclarado que la edad no puede ser factor determinante para limitar
esos medios. Recuerda que la sanidad es para todos y debe atenderse al
principio de justicia.
La semana pasada,
Daniel Callahan, doctor en Filosofía y cofundador del Hastings Center de Nueva
York, un instituto dedicado a la investigación bioética y que presidió durante
casi treinta años, exponía su visión sobre la distribución de recursos
sanitarios y abogaba por la limitación de medios tecnológicos costosos para los
pacientes mayores de 80 años. Callahan, que inauguraba un ciclo de conferencias
de la Fundación Víctor Grifols i Lucas, en Barcelona, sostenía que
el uso de la alta tecnología podría estar sometido a condiciones muy estrictas;
por ejemplo, en cirugía cardiaca la utilización de ciertas técnicas podría
depender de las garantías de supervivencia del anciano. Según el filósofo, debe
tenerse en cuenta la edad de los enfermos, porque no es lo mismo un niño de
nueve meses que un anciano de noventa años. José Manuel Ribera, presidente de la
Comisión Nacional
de Geriatría y Gerontología, no comparte la teoría del filósofo neoyorquino a
la que califica de "peligrosa, ya que de ahí a generalizar hay sólo un
paso. Se trata de declaraciones que se prestan a lecturas simples".
Según Ribera,
"cuando se toman decisiones clínicas sobre las personas mayores debe
calibrarse la edad, pero también otros muchos factores. En los problemas que
plantea la distribución de los recursos limitados, la edad del enfermo debe ser
un elemento, pero no un factor determinante".
No es razón
excluyente
Ribera aclara que la
edad del paciente "no es una contraindicación para entrar en un quirófano
ni para acceder a la medicina y a sus medios tecnológicos. A una persona no se
le puede negar el carné de conducir solamente por el hecho de tener 90 años;
otra cosa es que esté contraindicado por otras cuestiones, como por ejemplo que
tenga limitaciones en la visión o en la movilidad".
Una de las razones
que no justificaría la limitación de los recursos en pacientes mayores sería
"el principio de justicia, pues muchos de los avances tecnológicos con los
que contamos actualmente se han conseguido gracias a las cuotas sociales de las
personas mayores que han estado durante mucho tiempo trabajando. Ellos han
contribuido también a los avances tecnológicos".
Ribera señala que
"en muchos servicios de cuidados intensivos se utilizó la edad como
contraindicación, lo que afortunadamente ya se ha eliminado porque es
totalmente injusto. La medicina y los medios con los que cuenta son para
todos" .
La opinión de Victoria
Camps, presidenta de la Fundación Víctor Grifols, desde la visión del pensamiento de Daniel
Callahan, es que "el hecho de que considere que los 80 años le parece una
edad razonable para limitar los recursos sanitarios no quiere decir que se
trate de un criterio que haya que aplicar de forma drástica. Es una mala
interpretación decir que a partir de esa edad no se deben utilizar ciertas
técnicas".
La calidad de vida
Camps considera que "cuando se llega a una
determinada edad -ya sean hoy en día los 80 años o los 90 dentro de un tiempo-
hay que plantearse si merece la pena aplicar al enfermo determinadas técnicas
sanitarias que muy poco pueden afectar a su calidad del vida". En la
distribución de los recursos sanitarios "hay que poner límites y uno de
ellos debe ser la edad de los pacientes".
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