(ABC, Cartas al director, 17 de julio de 2008)
Se habla mucho estos días por parte de personas relacionadas con el
Gobierno de los cuidados paliativos. Me alegro muchísimo de que exista
un punto de contacto con la doctrina de la Iglesia, que desde siempre
ha clamado por la obligación de prestar a los enfermos unos cuidados
médicos y afectivos que les ayuden a vivir con paz y serenidad sus
últimos momentos. Esta es una muerte digna. Quiero resaltar dos cosas.
En primer lugar precisar lo que significa la expresión «cuidados
paliativos» para que nadie pueda confundirla con la eutanasia. Los
cuidados paliativos no buscan la muerte del paciente, sino aliviar sus
dolores, aunque pueda llevar consigo en algunos casos acortar la vida.
En la eutanasia se busca la muerte del enfermo. Por otra parte, el
cuidado paliativo más importante es el de proporcionar al enfermo una
presencia que lo rodee de cariño. Un enfermo así asistido no pide
nunca la muerte.
He tenido la suerte de visitar un centro médico dedicado a enfermos
terminales en el cual he visto hechos realidad los cuidados
paliativos. Ojalá proliferen.
R. Araneta Merino
Madrid