Guía médica para bien morir
(El Correo Digital, 29 de mayo de 2009)
Los colegios profesionales pactan un código de buenas prácticas en la agonía que proteja a los facultativos y dé confianza a las familias
El documento detalla y condiciona la sedación de los pacientes.
La medicina paliativa vivió su mayor crisis en España con el 'caso Leganés'. Los abogados de la acusación no lograron demostrar que hubiese una relación causa-efecto entre la administración de sedantes y las muertes que, al parecer, se habían producido por una mala práctica médica. En la mente de muchos quedó, sin embargo, la idea de que cuando uno tiene una edad avanzada y varias enfermedades crónicas, como a menudo sucede, es mejor no sufrir una crisis y que tengan que llevarle a Urgencias. Por lo que pueda pasar...
Dos años ha necesitado la Comisión Central Deontológica para aprobar una declaración «clara y concisa» de la 'Etica de la sedación en la agonía', que permita recuperar la confianza de profesionales y pacientes. «Lo ocurrido en Leganés generó una enorme confusión», explica Jacinto Bátiz, especialista en Cuidados Paliativos del hospital vizcaíno de San Juan de Dios y uno de los ponentes del documento presentado por la Organización Médico Colegial.
«Los profesionales de Cuidados Paliativos han trabajado durante tiempo con mucha angustia, porque tenían que prescribir morfina para ayudar a morir a un paciente terminal; y se encontraban delante con el temor de los familiares, que les preguntaban a ver si iban a hacerle al enfermo lo mismo que a los pacientes de Leganés».
Para evitar todo equívoco, el documento impulsado por la organización médica de España ha puesto especial interés en explicar qué se entiende por sedación, en qué casos debe utilizarse y de qué manera. Esta práctica se define en Medicina como «la administración de fármacos para disminuir la ansiedad, la angustia y, eventualmente, la conciencia del enfermo», según destaca el documento en las primeras líneas de la introducción redactada por los ponentes.
En Medicina Paliativa, que es como se llama la que sirve para ayudar a morir a los pacientes terminales de una manera digna, sin dolor físico ni psíquico, la sedación es la administración de medicamentos que tienen como objetivo «disminuir el nivel de conciencia» del paciente ante «un sufrimiento insoportable, que puede ser difícil o, en ocasiones, imposible de controlar». No es lo mismo la sedación que la eutanasia.
La primera busca disminuir el nivel de conciencia del enfermo. Los médicos quieren que, ante la ausencia de otro tratamiento que mejore su calidad de vida, el afectado «no sufra», aunque de forma indirecta la terapia aplicada «pudiera acortarle la vida». La eutanasia, completamente distinta, «busca deliberadamente la muerte inmediata».
Con esta premisa, el acuerdo médico señala que, la sedación en la fase de la agonía se utilizará sólo como «recurso final». «Una correcta asistencia -apunta el escrito- implica que se recurra a ella sólo cuando esté adecuadamente indicada, es decir, tras haber fracasado todos los tratamientos disponibles para el alivio de los síntomas». Los profesionales se comprometen a respetar la vida y la dignidad de las personas, a atender su voluntad y se imponen como una «obligación ética» el deber de acompañar y consolar al enfermo como parte de la «calidad asistencial» que debe darse al final de la vida.
La presión de la familia
«Puede ocurrir que un médico no conozca un tratamiento, pero eso no le justifica para utilizar una sedación», argumenta Jacinto Bátiz. Antes de disminuir el nivel de consciencia de una persona, el especialista está obligado a consultar con otros expertos médicos la existencia de otras posibles terapias. Además, si se diera el caso, deberá informar al paciente con absoluta claridad de las consecuencias que tendrán los fármacos que se le van a administrar. «No hace falta que nos firme nada, pero sí que nos dé su permiso para intervenir».
La presión de los familiares ante la incertidumbre de los acontecimientos suele ser una de las situaciones más complicadas que han de afrontar los facultativos que atienden a pacientes al filo de la muerte. «A veces, llegan con argumentos como '¿No ve cómo está sufriendo? ¡Es que usted nos dijo que se iba a morir y mire cómo está!'... A nosotros -se explica Bátiz- nos toca explicarles 'Mire, no vemos que sufre. Si lo viéramos, tenga por seguro que le daríamos algo'».
El texto de la OMC es claro, también en este sentido. «La sedación no debe instaurarse para aliviar la pena de los familiares o la carga laboral y la angustia de las personas que lo atienden». El protagonista de la muerte es el moribundo. Nadie más.
También el Ministerio de Sanidad, la Sociedad Española de Cuidados Paliativos y la Asociación contra el Cáncer se han implicado en este asunto y han elaborado la Primera Guía Audiovisual para Familiares y Cuidadores de pacientes con enfermedad avanzada. Emilio Herrera, uno de los expertos que ha participado en la elaboración de esta guía, ha señalado que en Euskadi unos 8.600 pacientes atraviesan cada año por una situación de enfermedad avanzada, lo que significa que más de 43.000 personas se ven implicadas en el cuidado de estos enfermos. Este documento de ayuda se repartirá de forma gratuita.