Leganés: seis historias que estremecen

(La Razón, 28 de mayo de 2005). Entre las 73 irregularidades detectadas en la atención a enfermos fallecidos en Leganés, los expertos han encontrado seis casos especialmente llamativos. En cuatro, la sedación estaba contraindicada y otros dos se califican como «eutanasia».

Hasta 169 historias clínicas han analizado en las últimas semanas los expertos de la comisión que ha investigado las presuntas irregularidades en la administración de sedantes. Por sus manos han pasado los casos de enfermos que fallecieron en las Urgencias del Severo Ochoa desde septiembre del año 2003 hasta el pasado mes de marzo, cuando la denuncia anónima despertó la polémica por lo que podía haber sucedido en este Servicio. Los expertos han desempolvado las últimas horas de enfermos de cáncer, de patologías pulmonares y cardíacas. En ellas se han encontrado casos en los que la sedación se llevó a cabo de forma inadecuada o se realizó pese a no estar indicada o expresamente contraindicada. De todos los casos, sin embargo, seis les llamaron la atención sobre los demás a los expertos.

Enfermo pulmonar y sedado.
Uno de estos casos es el de un varón de avanzada edad que ingresó en Urgencias aquejado de molestias respiratorias. El hombre estaba diagnosticado de Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (Epoc) e insuficiencia cardíaca. La primera es una patología muy común entre los fumadores. En los pacientes que la sufren la sedación está contraindicada. A este hombre, sin embargo, no sólo le sedaron, sino que para ello utilizaron grandes dosis de fármacos. Hora y media después estaba muerto.
Aunque, por la confidencialidad de los datos en el informe, no se puede asegurar que se trate del mismo paciente, este caso es parecido al del padre de Fabiola, la primera persona que presentó una querella contra el centro hospitalario. Su padre murió en el Severo Ochoa, en octubre de 2003, en unas circunstancias muy similares a las descritas. La hija, ahora, no entiende «cómo aún hay gente que no se lo cree». «Los expertos que han hecho este informe no son cualquiera, tiene un peso importante. No comprendo cómo hay quien sigue erre que erre». Fabiola asegura que «si hubiera visto sufrir a mi padre, sería la primera que le pediría a un médico un consentimiento informado para firmarlo y autorizar la sedación. Pero éste no fue el caso. No se trata de eutanasia ni de sedación terminal, sino de una negligencia».

Un paciente en coma.
«Coma arreactivo» era el diagnóstico de uno de los pacientes que recibieron una sedación contraindicada, de acuerdo con el informe de los expertos. De acuerdo con la definición que utiliza esta comisión coma arreactivo es la «situación en la que el paciente no responde con ningún tipo de movimiento ante estímulos aplicados por encima del agujero occipital». En esta ocasión, la historia clínica recoge que este enfermo fue sedado a petición de la familia. Para ello se utilizaron tres fármacos diferentes, una vez más a dosis muy elevadas. Pese a los deseos de los familiares, esta sedación está contraindicada, de acuerdo con la práctica médica, según recoge el informe. El hombre murió poco después.
La descripción de este caso coincide con la que hizo la Comisión de Seguimiento del propio hospital de dos muertes ocurridas entre abril y mayo de 2004. De acuerdo con el acta, a la que tuvo acceso este periódico, los dos casos se describían del mismo modo: «Sedación no indicada por paciente en situación terminal en estado de coma arreactivo. Se realiza la sedación».

Parada cardiorrespiratoria.
El cuarto caso que los seis expertos han calificado como «sedación contraindicada» corresponde a un paciente que ingresó en Urgencias y fue tratado por una parada cardiorrespiratoria, pese a no presentar síntomas. En este caso, el médico que elaboró la historia clínica que después ha estudiado la comisión indicó que el enfermo se encontraba en coma arreactivo, como el caso anterior. El facultativo, sin embargo, procedió a una sedación utilizando una combinación de medicamentos que los expertos tildan de «inadecuada» y, una vez más, con dosis «excesivas». El paciente tardó tres horas en morir.
El caso de este enfermo es similar al que denunció a una asociación de pacientes la hija de una fallecida en Leganés. Su madre murió el pasado mes de enero después de ser tratada por lo que primero le dijeron que era un «amago de infarto» y después un «infarto masivo». La mujer fue sedada, pero en ningún momento estuvo monitorizada.

Evitar el sufrimiento.
En otro de los casos en los que los especialistas consideran que la sedación realizada estaba contraindicada, los familiares de la enferma estaban de acuerdo con evitarle el sufrimiento. Se trataba de una anciana con un ligero deterioro cognitivo que entró al hospital aquejada de problemas respiratorios. La mujer padecía un tumor en fase avanzada, con metástasis. Los médicos escucharon la petición de aliviar a la enferma que hizo la familia, pero en ningún momento les dieron información sobre la sedación que iba a recibir. No dio tiempo, porque sólo 45 minutos más tarde, la mujer había fallecido.
De acuerdo con la investigación de la comisión, los médicos que atendieron a esta paciente en el Servicio de Urgencias aplicaron, en un primer momento, un tratamiento correcto y ajustado a los protocolos. Sin embargo, poco después alguien decidió súbitamente cambiar la combinación de medicamentos que se le estaban administrando. Éste fue el detonante de la muerte.

Entre los casos más llamativos del informe, los expertos han incluido dos en los que utilizan la palabra más temida: «eutanasia». Tras analizar las historias han llegado a la conclusión de que los médicos que trataron a estos pacientes tenían como objetivo acortar la vida de pacientes terminales.

Sin datos sobre síntomas.
Una de estas historias es la de una mujer que fue llevada al Servicio de Urgencias por su familia. La paciente sufría un cáncer en fase terminal, y la familia estaba de acuerdo con que recibiera sedación. En la historia clínica que ha analizado la comisión no se recogen datos acerca de su situación o de los síntomas que presentaba. La mujer pasó directamente a ser sedada en el servicio de Urgencias. Los expertos consideran que la sedación fue inadecuada por el uso de tres medicamentos distintos a dosis excesivas. Esta combinación le provocó la muerte cinco horas más tarde. Los expertos consideran este caso «eutanasia activa».

Cáncer inoperable.
En la otra «eutanasia» detectada por la comisión también fue la familia la que llevó al paciente para ser sedado. Se trataba de un varón con un tumor imposible de extirpar, aunque no aclara si se encontraba en fase terminal. Una vez más se utilizan tres fármacos diferentes a altas dosis. La inyección se repite cinco horas más tarde, aunque los protocolos recomendaban esperar 12 horas antes de volver a aplicar la medicación. Dos horas después, el paciente fallece.