(Aceprensa , 13 de febrero de 2009)
El Dr. Lucien Israël, 83 años, es un célebre oncólogo francés de familia judía. Es miembro de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, y vicepresidente de la Unión Nacional Inter-Universitaria. En unas declaraciones a Rodolfo Casadei, publicadas en www.tempi.it mantiene que la eutanasia es incompatible con la profesión médica e innecesaria.
"He visto
muchas veces llegar al hospital enfermos graves al punto de estar
sumidos en un estado de semi-coma. Y cuando los sacábamos de ese estado
con una reanimación adecuada me decían: ‘¿Cuándo me da el alta? Me
gustaría algún día ir a la Costa Azul para recuperarme'. Pensando en
estos pacientes, me digo que si hubiese estado autorizado por un
‘testamento biológico' escrito, encontrado por casualidad entre sus
papeles, a abreviar activamente sus vidas mientras estaban en
semi-coma, habría cometido un verdadero y auténtico crimen, incluso
contando con el apoyo de la familia y de la ley."
Cualquier dolor se puede calmar
Israël
dice que pocas veces eran los pacientes los que le pedían que abreviase
su vida. "Más a menudo ocurría que las familias de los enfermos graves
me decían que no podían soportar las peticiones de eutanasia de su
familiar. Entonces yo les respondía: ‘Un médico no puede matar a un
semejante. Hace todo lo que es necesario para aliviar sus dolores
físicos y a sus dificultades psicológicas a través de las curas, la
amabilidad y todo lo que le haga percibir que hay alguien a su lado que
se ocupa de él. Pero está fuera de toda duda que yo o uno de mis
alumnos aceptemos matar a un semejante".
"Los
médicos estamos para dar a los pacientes el máximo de confort, de ayuda
y de amistad al mismo tiempo. Un enfermo -pero también una persona
sana- no debe poder imaginar nunca que los médicos serían capaces de
darle la muerte."
"Los médicos que
aprueban la eutanasia lo hacen porque no pueden soportar ver un ser que
sufre y porque no han recibido la formación espiritual que conviene a
la medicina, y se dicen: ‘Que muera mañana o que muera dentro de seis
semanas, qué más da, así que prefiero terminar con esto ahora'. No
puede ofrecerse esta imagen del médico a los estudiantes de medicina,
si no se quiere que ésta se convierta en algo terrible. Es
absolutamente indispensable manifestar el respeto total por la vida
humana, sobre todo porque en la actualidad estamos en condiciones de
aliviar todas las manifestaciones de dolor, y en consecuencia las
personas de las que nos ocupamos no tienen por qué sufrir
insoportablemente. Al contrario: reciben una ayuda todos los días
gracias a las atenciones de enfermeros y médicos. En la medida en que
nos ocupamos de los pacientes de esta manera, no se nos pide la
eutanasia."
En peligro el pacto entre generaciones
Incluso
cuando el paciente ya no puede curarse, hay que saber cuidar al
paciente terminal. "Años de trabajo frente a la enfermedad me han
enseñado que la de curarse no es la única petición del enfermo grave. A
veces él, dentro de sí, sabe que esto no es posible, pero necesita
encontrar seres humanos que reconocen, mediante sus cuidados, el valor
sagrado de su vida. Si siente que estamos a su lado, el enfermo llega
incluso a aceptar que la vida humana es limitada y a aceptar su
destino. En cambio, no lo aceptará si no hay alguien que se dedique a
él, y tiene razón."
Para Israël, la
eutanasia rompería la solidaridad entre generaciones. "Nos arriesgamos
a que las personas puedan pensar que el día en que caigan enfermas
habrá alguien que encontrará normal matarlas. Y en cambio es necesario
que cada uno de nosotros sepa que no sufrirá, porque se hará todo lo
que se pueda para que no sufra. Es necesario que todos sepamos que será
considerado un ser humano íntegramente, cualquiera que sea su condición
patológica, y que los médicos se han formado para la dedicación al
enfermo, para impedir el sufrimiento y manifestar la compasión."
No es una cuestión religiosa
"En
Holanda un médico tiene el derecho de practicar la eutanasia y puede
hacerlo en muchas circunstancias; basta con que el enfermo manifieste
despego a la vida y con que él no tenga confianza en el éxito del
tratamiento o en una mejoría de la calidad de vida del paciente. Y este
médico se considera útil a la sociedad, porque se dice a sí mismo: ‘Yo
mato a estas personas, pero es sólo para no hacerlas sufrir'. Pero ésta
no es la imagen de sí que un médico debe proyectar en la sociedad, y
mucho menos en su propia alma. Repito: hoy es posible calmar todos los
sufrimientos, no hay razón ninguna para invocar la eutanasia con este
argumento. Se priva de cualquier dignidad a la profesión médica si se
acepta como principio que un médico tenga el derecho de matar."
"Por
lo que a mí respecta, mi posición no depende de consideraciones
religiosas: un médico, sea lo que sea, agnóstico o creyente, no debe
arrogarse el derecho de quitar la vida a nadie, cuando en realidad está
para aliviar sus sufrimientos."