Zúrich apoya el 'turismo de suicidios'
(El Mundo, 15 de mayo de 2011). Los extranjeros con enfermedades terminales que deseen poner fin a su vida podrán seguir encontrando en Suiza la asistencia necesaria para hacerlo. Así, lo ha decidido el 80% de los habitantes del cantón de Zúrich en una votación propiciada por dos partidos de derecha cristianos, que también buscaba prohibir la muerte digna a cualquier residente de otro cantón.Asimismo, una segunda iniciativa popular, que pedía prohibir totalmente la asistencia al suicidio en todo Suiza, ha sido rechazada todavía con mayor contundencia: un 85% de los ciudadanos se ha pronunciado en contra.
Lo cierto es que las propuestas de la Unión Democrática Federal y el Partido Evangelista, dos formaciones minoritarias, no contaban ni con el apoyo del Gobierno ni con el de ninguno de los otros partidos políticos.
Ambas votaciones eran de especial importancia de cara a la nueva ley sobre asistencia al suicido que prepara la ministra de Justicia, Simonetta Sommaruga. Zúrich es el cantón más poblado (con casi un 15% de la población del país) por lo que era una buena ocasión para que el Gobierno helvético tomara el pulso a la opinión pública.
En los últimos años se han producido varios escándalos en torno a las dos organizaciones que asisten al suicidio en Suiza, especialmente Dignitas, la única que acepta a extranjeros y que sólo opera en Zúrich. El año pasado se encontraron 30 urnas con cenizas en el fondo del lago de esta ciudad y hace unos meses un estudio ponía en cuestión la gravedad de las enfermedades de algunos de los extranjeros que llegaban al país alpino para suicidarse.
Desde hace una década, políticos y expertos hablan de la necesidad de hacer que la ley de asistencia al suicidio sea más estricta. Sin embargo, han sido esas últimas polémicas las que han llevado al Gobierno helvético a tomar cartas en el asunto.
Ayudar a alguien a quitarse la vida es legal en Suiza desde 1941. Cada año, unas 200 personas piden ayuda para quitarse la vida. La mitad de los que buscan una muerte digna son extranjeros, casi siempre de Alemania y Reino Unido, donde la asistencia al suicidio está duramente penada.