«Los tetrapléjicos que elegimos vivir somos miles pero estamos silenciados por la opinión pública»

Seis discapacitados como Ramón Sampedro explican a LA RAZÓN su visión sobre la legalización de la eutanasia.  «Si hubiera tenido acceso a la eutanasia me habría perdido quince años de mi vida, mejores aún que los anteriores». Lo dice Maribel Campo, tetrapléjica, y lo corroboran los seis entrevistados por LA RAZÓN. Todos coinciden en que lo que debería apoyar la ley no es la legalización de la eutanasia, sino más ayudas y recursos para los minusválidos. Respetan a quienes dicen desear la muerte, pero dicen que son más los que luchan con todas sus fuerzas por la vida, mientras aseguran que gran parte de su felicidad reside en el apoyo incondicional que reciben de sus familias y su entorno. Esta es su posición ante el debate suscitado tras el estreno de la película de Amenábar, «Mar Adentro», sobre la vida de Ramón Sampedro.
La película del director Alejandro Amenábar, «Mar Adentro», ha reabierto el debate social entorno a la legalización de la eutanasia. Ramón Sampedro, caracterizado por Javier Bardem, acabó en 1998 con su vida después de sufrir un accidente que le dejó tetrapléjico con una inmovilidad del 96 por ciento.
   LA RAZÓN ha hablado con séis personas cuya situación física es similar o incluso peor que la del polémico gallego. Sin embargo, su visión de la vida es totalmente distinta. Ellos descartaron la idea de la muerte y apostaron por vivir tras sufrir un accidente. Hoy han rehecho su día a día y lo han convertido en una lucha constante por vivir dignamente.
   Alberto de Pinto es el presidente de la Federación Nacional de ASPAYM (Asociación de Parapléjicos y Minusválidos), entidad dedicada a reivindicar el derecho de los minusválidos «a una vida digna». Después de sufrir un accidente con 18 años, logró superar los inconvenientes de su situación, cursó la carrera de medicina y formó una familia. A sus 51 años es médico especializado en rehabilitación paraplejista, se ocupa de estar al frente de ASPAYM y lucha por que su madre, enferma de alzheimer, tenga acceso a cuidados paliativos que mejoren su calidad de vida.
   El caso de Francisco Vaño no es científicamente tan grave como el de Ramón Sampedro. Su paraplejia le permite mover su cuerpo desde la cabeza hasta la cintura. Después de las elecciones generales de marzo ha logrado ser el primer diputado español con una minusvalía. Aunque se lamenta de no haber tenido aún ocasión de ver la película de Amenábar, lamenta más intensamente que se haya utilizado como «bandera política» para «elevar la causa por la eutanasia hasta casi como una religión»
   Juan Carlos Carrión es tajante en sus conclusiones: «Soy tetrapléjico, tengo una inmovilidad del 97 por ciento, me casé con mi médico, tengo dos hijos, mi empresa factura casi cien millones al año y no tengo ninguna gana de morirme». Considera que la película de Amenábar y el intento de legalización de la eutanasia es una «manipulación orquestada para continuar menoscabando ciertos valores sociales». Sin embargo su actitud dista mucho de ser simplemente crítica: su negocio consiste en la venta de coches de segunda mano adaptados a personas con minusvalías.
   A sus 38 años, José Ramón del Pino es responsable de la Federación de Toledo de ASPAYM. Este ingeniero de Caminos sufrió un accidente que le dejó tetrapléjico cuando su mujer estaba embarazada de cuatro meses. Colabora de forma activa en el Hospital de Tetrapléjicos de Toledo y asegura que es fundamental el apoyo del entorno, sobre todo en los primeros momentos.
   Una opinión muy similar es la que sostiene Maribel Campo. Desde el Foro de Vida Independiente lucha para que las instituciones estatales ayuden a las personas con discapacidad física a alcanzar un nivel de vida «digno y activo». Su lesión medular C-5 (algo menor que la de Sampedro) no le ha impedido cursar la carrera de Psicología y trabajar en el departamento docente y de investigación sobre discapacitados de la Universidad de Salamanca.
   María Luisa Ruiz Jarabo, que quedó tetrapléjica tras sufrir un accidente mientras esquiaba, no está dispuesta a ceder un minuto al desaliento: «Quise seguir viviendo, valorando más la vida que antes, porque me podía haber matado», explica. Para ella es miuy importante que las Administraciones Públicas promuevan ayudas que faciliten a estas personas un mínimo de independencia. Necesitan elevadores en las casas, sillas eléctricas especiales y, sobre todo, el apoyo de un asistente personal.
   «Quedan muchas cosas por hacer como eliminar barreras arquitectónicas o fomentar la integración social. Pero sobre todo hace falta concienciar y educar para aprovechar la vida y no renunciar a ella». Así define Francisco Vaño los pasos que aún quedan por dar.