Suiza practicará suicidios asistidos
(La Razón, 18 de diciembre de 2005). Un hospital de Lausana ofrecerá este servicio a partir de enero, pero sólo «en contados casos».
El Hospital Universitario de Vaud, en la ciudad suiza de Lausana, será el primero del país que permita, a partir del 1 de enero, el suicidio asistido dentro de su propio recinto, aunque bajo condiciones muy estrictas y en muy contadas ocasiones, según publicó ayer la prensa helvética. El suicidio asistido (permitido por la ley helvética sólo en casos de personas conscientes y con una enfermedad incurable o mortal a corto plazo), consiste en ofrecer la ayuda exterior necesaria para facilitar la muerte de quien claramente quiere acabar con su vida pero no tiene medios para hacerlo.
En un país donde uno de cada diez suicidios son asistidos, hasta el momento todos los hospitales se habían negado a practicarlo e, incluso, a permitir que alguna organización especializada acudiera a sus instalaciones para llevarlo a cabo. Sin embargo, el hospital universitario de Lausana permitirá a partir del próximo año que dentro de sus muros se puedan practicar suicidios asistidos, aunque de forma «excepcional y muy restrictiva», según las informaciones publicadas.
Los responsables del centro aseguraron que en los últimos cinco años tres pacientes les han solicitado esa posibilidad, ya que no pueden ser trasladados a sus casas, donde sí pueden acudir miembros de organizaciones especializadas. La controvertida autorización va acompañada de muchos requisitos, como que el paciente no pueda ser trasladado a su casa, que su caso sea estudiado previamente por una Comisión Etica o que sea él mismo el que lleve a cabo el «gesto de consumación».
La Comisión Etica que evalúe el caso deberá comprobar que se cumplen diferentes criterios, como la insistencia en la petición por parte del paciente, el carácter incurable o mortal de su enfermedad y la capacidad de discernir del afectado. Previamente el enfermo tiene que haber sido motivado para recurrir a otras alternativas y ha de haber recibido cuidados paliativos.
Además, ningún miembro del personal del hospital podrá ser el que preste la asistencia necesaria para consumar el suicidio, sino que el paciente tendrá que recurrir a médicos externos o a alguna organización que ofrezca ese tipo de servicios. Los responsables detallan al respecto que, si un médico del propio centro quiere colaborar con el deseo de morir del paciente, habrá de hacerlo «fuera del ejercicio de sus funciones» y, por lo tanto, en uno de sus días libres de trabajo.
En Suiza, de acuerdo con varios estudios, alrededor del 10 por ciento de todos los suicidios que contabilizan las estadísticas oficiales cada año (entre 1.300 y 1.400, según los últimos datos oficiales registrados), son «asistidos» por otra u otras personas. Se trata de una práctica que está permitida por la vigente ley helvética, la cual se plebiscitó ya hace varios años en el país. Práctica que únicamente resulta castigada por el Código Penal si el «ayudante» o ejecutor final de la muerte se mueve durante su actuación por motivos que están considerados meramente «egoístas».
Los últimos datos resultan sorprendentes; revelan que el suicidio practicado de forma asistida, es decir, con la intervención de una segunda persona, es el causante de aproximadamente un 0,2 por ciento de todas las defunciones en Suiza.
De acuerdo con las mismas fuentes, ambos porcentajes se han duplicado a lo largo de los últimos diez años, lo que ha generado preocupación en las autoridades sanitarias.